La mañana del 11 de febrero de 1983, Coimbra se despertó con una escena que parecía sacada de un cuento de invierno. Durante las primeras horas de la mañana, la nieve empezó a caer silenciosamente, cubriendo tejados, calles y plazas con un manto blanco. Para muchos habitantes, era la primera vez que veían nevar en la ciudad, y el fenómeno se convirtió rápidamente en un momento histórico que aún hoy se recuerda con nostalgia.

A los tradicionales mantos negros se unieron pañuelos improvisados, y el Patio de la Escuela fue tomado por un velo blanco. En la Ciudad Alta y la Ciudad Baja, niños y adultos se maravillaron ante el insólito espectáculo, mientras unos cuantos aventureros probaban suerte deslizándose por las calles cubiertas de nieve. Muchas escuelas cerraron debido al clima extremo.

El intenso frío de la estación, combinado con una corriente de aire polar, hizo que la nieve se extendiera por varias partes de Portugal, pero fue en Coimbra donde el suceso se ganó un lugar especial en la memoria colectiva. Las fotografías de la época muestran la ciudad completamente blanca, con lugares emblemáticos como el Centro Botánico y la Universidad que parecen postales invernales.

Más de cuatro décadas después, la ventisca de 1983 sigue siendo uno de los fenómenos meteorológicos más notables de la historia de la ciudad. Cada vez que llega el invierno y bajan las temperaturas, algunas personas miran al cielo y se preguntan: ¿volverá Coimbra a vestirse de blanco?

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